¿La presencia del mal en la vida indica que no hay Dios?

Cuando preguntan sobre la razón de la existencia del mal en esta vida mundana como pretexto para negar la existencia de Dios, nos revelan su miopía y la fragilidad de su pensamiento sobre la sabiduría que hay detrás, además de su falta de conciencia de las cosas más íntimas, y el ateo admite implícitamente que el mal es una excepción.

Por lo tanto, antes de preguntar sobre la sabiduría de la aparición del mal, hay que más bien hacer una pregunta más realista, que es: "¿Cómo llegó a existir el bien en primer lugar?"

No cabe duda de que debe comenzar con la pregunta más importante, que es: "¿Quién creó el bien?" Debemos estar de acuerdo sobre el punto de partida o el principio original o imperante. Por lo tanto, podemos encontrar las razones de las excepciones.

Los científicos establecen leyes fijas y específicas para las ciencias de la física, la química y la biología al principio, y luego se hace un estudio de las excepciones y anomalías de estas leyes. Asimismo, los ateos sólo pueden superar la hipótesis del surgimiento del mal cuando inicialmente reconocen la existencia de un mundo lleno de innumerables fenómenos bellos, ordenados y buenos.

Y comparando los periodos de salud y los periodos en los que aparece la enfermedad a lo largo de la vida media, o comparando décadas de prosperidad con los correspondientes periodos de ruina y destrucción, así como siglos de calma y tranquilidad y las correspondientes erupciones de volcanes y terremotos, ¿de dónde viene la bondad que prevaleció al principio? Un mundo basado en el caos y el azar no puede producir un mundo bueno.

Irónicamente, los experimentos científicos lo confirman; la segunda ley de la termodinámica establece que la entropía total (el grado de desorden o aleatoriedad) en un sistema aislado sin ninguna influencia externa siempre aumentará, y que este proceso es irreversible.

En otras palabras, las cosas organizadas siempre colapsarán y desaparecerán a menos que algo del exterior las reúna. Como tales, las ciegas fuerzas termodinámicas nunca habrían producido nada bueno por sí mismas, o bueno a gran escala como lo son, sin que el Creador organizara estos fenómenos aleatorios que se manifiestan en cosas tan maravillosas como la belleza, la sabiduría, la alegría, el amor y la felicidad. Eso es todo, solo después de establecer que lo bueno es la regla y lo malo la excepción, y que hay un Dios que es capaz, creador, dueño, autor intelectual.

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